Esta semana de nuestros Relatos de SĆ”bado se lo dedicamos a Rosalia de Castro ya que esta semana ha sido el 179 aniversario de su nacimiento, exactamente fue el dĆa 24 febrero,
Es un estracto del libro llamado "A su madre"
- I -
¡CuĆ”n tristes pasan los dĆas!...
¡cuĆ”n breves... cuĆ”n largos son!...
CĆ³mo van unos despacio,
y otros con paso veloz...
Mas siempre cual vaga sombra
atropellƔndose en pos,
ninguno de cuantos fueron,
un dĆ©bil rastro dejĆ³.
¡CuĆ”n negras las nubes pasan,
cuƔn turbio se ha vuelto el sol!
¡Era un tiempo tan hermoso!...
Mas ese tiempo pasĆ³.
Hoy, como pƔlida luna
ni da vida ni calor,
ni presta aliento a las flores,
ni alegrĆa al corazĆ³n.
¡CuĆ”n triste se ha vuelto el mundo!
¡Ah!, por do quiera que voy
sĆ³lo amarguras contemplo,
que infunden negro pavor,
sĆ³lo llantos y gemidos
que no encuentran compasiĆ³n...
¡QuĆ© triste se ha vuelto el mundo!
¡QuĆ© triste le encuentro yo!...
- II -
¡Ay, quĆ© profunda tristeza!
¡Ay, quĆ© terrible dolor!
¡Tendida en la negra caja
sin movimiento y sin voz,
pƔlida como la cera
que sus restos alumbrĆ³,
yo he visto a la pobrecita
madre de mi corazĆ³n!
Ya desde entonces no tuve
quien me prestase calor,
que el fuego que ella encendĆa
aterido se apagĆ³.
Ya no tuve desde entonces
una cariƱosa voz
que me dijese: ¡hija mĆa,
yo soy la que te pariĆ³!
¡Ay, quĆ© profunda tristeza!
¡Ay, quĆ© terrible dolor!...
¡Ella ha muerto y yo estoy viva!
¡Ella ha muerto y vivo yo!
Mas, ¡ay!, pĆ”jaro sin nido,
poco lo alumbrarĆ” el sol,
¡y era el pecho de mi madre
nido de mi corazĆ³n!
- I -
¡Ay!, cuando los hijos mueren,
rosas tempranas de abril,
de la madre el tierno llanto
vela su eterno dormir.
Ni van solos a la tumba,
¡ay!, que el eterno sufrir
de la madre, sigue al hijo
a las regiones sin fin.
Mas cuando muere una madre,
Ćŗnico amor que hay aquĆ;
¡ay!, cuando una madre muere,
debiera un hijo morir.
- II -
Yo tuve una dulce madre,
concediƩramela el cielo,
mƔs tierna que la ternura,
mƔs Ɣngel que mi Ɣngel bueno.
En su regazo amoroso,
soƱaba... ¡sueƱo quimĆ©rico!
dejar esta ingrata vida
al blando son de sus rezos.
Mas la dulce madre mĆa,
sintiĆ³ el corazĆ³n enfermo,
que de ternura y dolores,
¡ay!, derritiĆ³se en su pecho.
Pronto las tristes campanas
dieron al viento sus ecos;
muriĆ³se la madre mĆa;
sentĆ rasgarse mi seno.
La virgen de las Mercedes,
estaba junto a mi lecho...
Tengo otra madre en lo alto...
¡por eso yo no me he muerto!
La verdad que Rosalia de Castro la he leĆdo alguna vez y me encanta, a partir de aquĆ iremos de vez en cuando poniendo clĆ”sicos espaƱoles, de vez en cuando hay que ver que hay verdaderas joyas en los libros clĆ”sico y que de vez en cuando hay que saber y leer.
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